El Palacio Real de Aranjuez que hoy se conoce es, en realidad, la reconstrucción del edificio que mandó levantar Felipe II a finales del siglo XVI y que quedó parcialmente destruido por un incendio. Fernando VI se encargó de organizar la reedificación y Carlos III lo amplió. Su fachada principal -realizada con piedra de Colmenar, que proporciona una gran elegancia-, destaca por su blancura y su combinación con los tonos rojizos de los ladrillos. El edificio se adorna con las estatuas de los tres reyes que intervinieron en su construcción. Ya en su interior, se puede contemplar una escalera con balaustrada de estilo rococó y el Gabinete de Porcelana, con paredes forradas de este material. La sala de Guardias de la Reina, el salón de los Espejos y una estancia réplica de las salas de Dos Hermanas de la Alhambra de Granada son también de visita obligada. En la planta baja se encuentra el Museo de la Vida en Palacio, con objetos de uso común entre los cortesanos. Fuera del palacio nos encontramos con jardines especialmente hermosos, y muchas fuentes de origen italiano, de los siglos XVI y XVII.

Palacio Real de Aranjuez

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