Catedral de Oviedo

Nació como basílica durante el reinado de Fruela, y ha ido creciendo y modificándose hasta mediados del siglo XVIII. En su interior se encuentra la Cámara Santa, donde se guardan reliquias como la Cruz de los Ángeles, la Cruz de la Victoria, la Caja de las Ágatas y el Arca Santa. El impulso dado por Alfonso II a la Catedral representó la voluntad política del rey de convertir la ciudad no sólo en Capital del reino de Asturias, sino en un gran santuario de la Cristiandad.
El templo, dedicado a El Salvador, fue dotado de innumerables reliquias y tras la aparición del sepulcro del apóstol Santiago en Compostela, se convirtió en lugar destacado de la ruta jacobea. Una antigua copla medieval recuerda: «Quien va a Santiago y no va a El Salvador, visita al vasallo y no al Señor».
Con su imponente torre, la Catedral es el centro del casco antiguo de Oviedo. Ante ella se encuentra una amplia plaza creada a principios del siglo XX para contemplar con detalle la bella portada gótica y su amplio pórtico con tres arcos (antes una manzana de casas ocupaba su espacio).